14 octubre 2019

Ciao Puglia! (II):
Lo mejor del Valle de Itria y alrededores




Nngún viaje a Puglia estaría completo sin conocer el Valle de Itria, con sus trulli, la construcción tradicional de esta zona, y sus paisajes salpicados de olivos, higueras y chumberas.

Los trulli de Alberobello son posiblemente la imagen más reconocible de la región (no en vano la ciudad es patrimonio de la Humanidad), pero estas construcciones se encuentran por todo el valle y muchas han sido convertidas en hoteles y restaurantes.

Aunque el valle de Itria son también las preciosas ciudades de Locorotondo, Cisternino y Martina Franca, y la maravillosa Ostuni. Y es la base perfecta para explorar los alrededores, ya sea las playas y pueblos de la costa del sur de Bari e incluso Matera, en la vecina región de Basilicata.

Así que si quieres saber qué hacer en el valle de Itria, te propongo siete planes con los que aprovechar bien tu visita:


1. Sentirte como un pitufo en Alberobello




Aunque los trulli se ven por todo el valle, en ningún sitio hay tantos ni tan concentrados como en Alberobello.

Estas construcciones encaladas con tejados cónicos de piedra gris parecen casitas de pitufos y las primeras datan del siglo XV. Inicialmente estas viviendas se construían en seco para poder desmontarlas fácilmente y evitar pagar impuestos por nueva construcción.






Y sí, Alberobello es precioso y las casas molan mucho, pero la gran mayoría son tiendas de recuerdos y hay auténticas riadas de turistas así que al final la sensación que me dio fue un poco de Disneylandia y me resultó algo decepcionante, la verdad.

Así que mi consejo es que madrugues para llegar antes que los autocares y poder disfrutar de este lugar tan insólito con la tranquilidad que se merece.




Después de pasear entre los trulli no dejes de subir al mirador de Santa Lucia desde donde se obtiene la mejor perspectiva de la ciudad con el mar de cubiertas grises. ¡Hay más de mil!




2. Enamorarte de Locorotondo




Yo creo que el gran acierto de nuestra estancia en el valle de Itria fue elegir Locorotondo como base de operaciones (puedes leer aquí sobre nuestro alojamiento en Puglia) porque en mi opinión es el mejor lugar para explorar la zona. Parece mentira que esté a solo 15 minutos de Alberobello, y sin embargo esté a años luz en lo que a tranquilidad y hordas de turistas se refiere.

No te voy a engañar, tampoco te estoy descubriendo un lugar secreto y por supuesto que tiene turismo, pero por alguna extraña razón la gente tiende a pasar por ahí deprisa y corriendo, y es una ciudad mucho menos conocida que otras de los alrededores. ¿La verdad? Mejor que siga así.





A mí me pareció de los pueblos más bonitos (y el que tiene el nombre más chulo) y encima está estratégicamente situado para visitar la zona del valle de Itria y alrededores. El pueblo se levanta en una colina en medio del valle como una nave blanca con la torre de la iglesia como mástil.

El centro histórico es un laberinto de callejuelas encaladas completamente peatonal en el que te prometo que no hay un rincón feo.







Por tener tiene hasta paseo marítimo. Resulta que en otoño e invierno es muy frecuente que la niebla cubra el valle que hay a los pies de Locorotondo, y da la sensación de que la ciudad se asoma al mar, por eso los lugareños a la Via Nardeli la llaman il lungomare.


Dónde comer


Hay un montón de restaurantes, la mayoría con terraza al aire libre. Mis recomendaciones son:

  • Ai Tre Santi. Sirven comida tradicional reinterpretada. La terracita en medio de un callejón muy tranquilo es de lo más agradable.
  • U Curdunn. El restaurante más bonito de todos, tanto por dentro como la terraza, con platos algo más elaborados utilizando siempre productos locales.
  • Trattoria Centro Storico. Una trattoria tradicional con platos de siempre y muy bien de precio. El filete empanado estaba sorprendentemente bueno. No tienen terraza.
  • Pizzería Casa Pinto. Pizzas muy originales (y grandes) además de las de toda la vida. También tiene terraza en la calle.








3. Descubrir la belleza de Ostuni, la ciudad blanca





Otra de las ciudades que más me gustó fue Ostuni y creo que tampoco sería mala opción para alojarse. Eso sí, es una ciudad muy grande, pero el centro histórico es muy compacto y es allí donde habría que buscar alojamiento, o quizás fuera de las murallas pero cerca.

El centro histórico se eleva sobre una colina antiguamente amurallada con las calles dispuestas en círculos concéntricos, excepto la Via Cattedrale, que es la calle principal y la más comercial y que conduce desde la plaza de la Libertad hasta el punto más alto de la colina, donde está la catedral.






Después de visitar la plaza de la catedral y de pasar bajo el enorme arco, lo mejor es perderse por las callejuelas hasta llegar a la cinta muraria en el lado noroccidental de la ciudad donde queda un amplio tramo de la muralla original. Desde los bastiones se alcanza a ver el mar, que está a 6 kilómetros de distancia pero que desde allí parece mucho más cercano.






4. Explorar las ciudades costeras de Monopoli y Polignano a Mare




Estas dos pequeñas ciudades volcadas al mar y separadas por apenas ocho kilómetros de distancia son muy diferentes entre sí y ambas merecen una visita.


Si te digo que me cantes una canción en italiano, seguramente la primera que te venga a la cabeza sea la de Volare, ¿verdad? Pues su creador, Domenico Modugno, es de Polignano a Mare. Vale, puede que no aporte nada a tu visita, pero por lo menos ya sabes quién es ese señor que levanta los brazos al cielo en la estatua de la entrada.




Polignano a Mare se ha convertido en un destino de moda en los últimos años y está llena de bares y restaurantes chulísimos. El más conocido y fotogénico (y también el más caro) es el de Grotta Palazzese en una gruta abierta al mar en un acantilado.

En realidad toda la ciudad está edificada sobre el acantilado y hay varios miradores a lo largo de la costa desde los que asomarse al mar.

En medio de estas paredes se abre como una brecha la playa de Lama Monachile, también una de las imágenes más reconocibles de Puglia, aunque lo cierto es que como playa deja bastante que desear porque es pequeña y de piedras (y por supuesto se llena hasta la bandera.) Las mejores vistas de la playa se obtienen desde el puente de Lama Monachile.





El centro histórico es muy pequeño. Para llegar hasta la playa hay que descender por una serie de callejones tortuosos de lo más pintoresco, y es probable que en más de una ocasión llegues a alguno sin salida y te toque dar la vuelta, pero eso forma parte de su encanto.






Monopoli tiene un ambiente menos cosmopolita, más marinero y relajado y a mí me gustó muchísimo. El centro histórico tiene un punto decadente que lo hace más auténtico y por el que da gusto pasear.


El puerto viejo es una preciosidad lo veas desde donde lo veas y siempre aparece de forma inesperada; ya sea pasando bajo el arco que de repente se abre al mar turquesa con sus barquitas de colores, o llegando desde el castillo cuando el muelle hace un quiebro y aparece el puerto con la vieja muralla y las cúpulas de las iglesias de fondo.






Tampoco hay perderse el paseo marítimo de Santa María con sus edificios blancos frente al mar y donde hay una pequeña torre con dos cañones, recuerdo del pasado defensivo de la ciudad.

Pero esta es una ciudad que no solo vive volcada al mar y en el interior hay preciosas plazas para descubrir paseando.






5. Nadar entre ruinas con vistas a una abadía en San Vito






Ya te he comentado más arriba que la playa de Polignano a Mare no es gran cosa pero por suerte no hay que irse muy lejos para encontrar mejores lugares en los que darse un baño.

Uno de ellos es la cala de San Vito con su imponente abadía benedictina frente a mar, un puerto minúsculo con pequeñas barcas de colores y una torre vigía sarracena.

La construcción original es del siglo X aunque hay anexionadas construcciones posteriores, como la arquería que se ve en la fachada principal. La abadía no se puede visitar (excepto para asistir a la misa semanal) pero desde fuera ya merece la pena.





No esperes un playón con un enorme arenal porque no es eso lo que vas a encontrar. Es un lugar bastante recogido y rocoso (no olvides las cangrejeras si tienes pensado entrar al mar) pero las vistas son incomparables.

Junto a la torre sarracena, dentro de agua, quedan ruinas de la antigua fortificación que forman una especie de piscinas protegidas perfectas para nadar con niños. Y si vas sin ellos también, porque la sensación de nadar entre ruinas mola todo.





6. Explorar el Parque Natural Regional de las Dunas Costeras






En Puglia nunca estás muy lejos de la costa, así que hay un montón de playas para escoger.

Muy cerca de Ostuni, entre Torre Cane y Torre San Leonardo (toda la costa está sembrada de antiguas torres vigías y defensivas) se encuentra la zona protegida del Parque Natural Regional de las Dunas Costeras.

A la playa se llega por unas pasarelas de madera entre las dunas y es muy bonita. El día que estuvimos hacía bastante viento y el mar estaba algo revuelto pero aún así estuvimos muy bien.





Pero el parque no es solo la zona de la playa. En el interior hay un humedal, un olivar centenario, antiguas masserie (granjas) y lagares, y rutas para hacer a pie o en bici.


7. Viajar en el tiempo en Matera




Iglesias rupestres, callejones laberínticos, antiquísimas viviendas excavadas en la roca junto a un profundo barranco... Todo esto es Matera.

Matera no pertenece a la región de Puglia sino a Basilicata pero está tan cerca (una hora y media desde Locorotondo) que habría sido una pena no acercarse a conocerla.

Lo primero que sorprende de Matera es su tamaño. No sé por qué (probablemente porque el centro histórico de todos los pueblos que habíamos visto en nuestro viaje eran muy compactos) yo me esperaba una ciudad mucho más recogida y pequeña.




Matera lleva habitada desde el Paleolítico y las viviendas y edificios se han ido excavando o adosando en las rocas (sassi) a lo largo de los siglos. El resultado es un entramado urbano muy denso y caótico.

De todas formas no te preocupes mucho por perderte: hay indicaciones y las iglesias principales son fácilmente localizables así que es fácil volver a orientarse, pero prepárate para andar mucho así que asegúrate de llevar calzado cómodo.





Explorar los dos sassi, las iglesias rupestres y museos lleva su tiempo, así que si le puedes dedicar más de un día y pasar alguna noche allí mucho mejor. Nosotros no pudimos, pero me habría encantado ver la ciudad al caer la noche, en ese momento en que se empiezan a encender las luces y la sensación de estar en otra época debe ser aún mayor.

Mel Gibson eligió Matera como escenario para la película La Pasión de Cristo, así que si a veces tienes la impresión de estar paseando por un Belén viviente puedes estar tranquilo porque no eres al único al que le ocurre.

Por cierto que Matera es también Patrimonio de la Humanidad y ha sido Capital Europea de la Cultura en 2019.




Una cosa que no puedes dejar de hacer cuando vayas a Matera es visitar el Parco della Murgia Materana. Además de visitar las iglesias rupestres (hay unas ciento cincuenta), desde el parque,situado al otro lado del profundo barranco hay unas vistas espectaculares de todo Matera.

Nosotros no tuvimos mucho tiempo para explorarlo pero tuvimos la inmensa suerte de llegar al atardecer. Ver cómo se ponía el sol tras los sassi de Matera fue uno de mis momentos favoritos del viaje.


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Y todo esto es solo una parte de lo que se puede hacer.

Yo me he quedado con ganas de visitar la ciudad barroca de Martina Franca, los callejones floridos de Ceglie Messapica y de explorar la cuevas de Grotte di Castellana pero ¿no dicen que siempre hay que guardarse algo para la próxima vez?

Pues eso, porque Puglia sin duda merece un regreso.


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