07 octubre 2019

Ciao Puglia! (I):
Lo mejor del Salento


Niños apoyados en una puerta verde con bici y cactus


Hoy vengo con la segunda entrada dedicada a Puglia. Ya te dije cuando hablé del itinerario que habíamos dividido nuestro viaje en dos partes y la primera la dedicamos a explorar el Salento, justo el extremo del tacón de Italia.

El Salento es sobre todo un destino de playa y mi impresión es que recibe más turismo local que extranjero, al menos a principios de septiembre que es cuando fuimos nosotros. Me imagino que en julio y agosto la cosa cambiará bastante.

Estuvimos cuatro días y nos dio tiempo a ver mucho aunque siempre quedan cosas que hacer (me habría gustado ir a más playas, por ejemplo, y visitar algún pueblo más) pero aún así creo que vimos lo más importante así que aquí tienes mi lista de highlights para que tú tampoco te pierdas nada si estás pensando en visitar la zona.


Explorar las ciudades barrocas de Lecce y Nardò


Lecce es la capital del Salento: es una ciudad muy bonita y elegante, y de un barroco muy contenido y mucho más comedido de lo que estamos acostumbrados.

Todos los edificios están construidos en piedra calcárea de color arena y la ornamentación está en el trabajo de la piedra y no en los dorados y filigranas más extendidos por el norte de Europa por lo que casi parece más renacentista que barroca. De hecho, es conocida como "la Florencia del sur".


Fachada barroca en Lecce a contraluz con farol


Niños corriendo en una calle en Lecce


Además de perderse por sus calles hay que ver el anfiteatro romano en la plaza Sant'Oronzo. No se puede visitar el interior pero como está por debajo del nivel del resto de la plaza es posible asomarse y verlo bastante bien.

La obra maestra del barroco leccese es la Basílica di Santa Croce, pero a mí lo que  más me gustó fue la plaza de la Catedral, cerrada por el Seminario y el Palacio Vescovile, y los callejones de los Giravolte.

En Nardò la plaza Antonio Salandra es un ejemplo de arquitectura barroca clásica y es donde se concentran los principales monumentos de la ciudad. Es una ciudad bastante más pequeña que Lecce y merece la pena darse un paseo por ella.


Vista de la plaza barroca de Antonio Salandra en Nardò

Detalle de fachada barroca con farol en Nardò

Bicicleta azul frente a fachada barroca con puerta azul y señal de prohibido en Nardó



Disfrutar del encanto marinero de Gallipoli y Otranto


Gallipoli está bañada por el Jónico y Otranto por el Adriático. Ambas tienen un castillo, un puerto pesquero tradicional y son lugares donde las pequeñas callejuelas llenas de rincones con encanto contrastan con sus respectivas catedrales y palazzi monumentales. Pero cada una tiene una personalidad propia y son visitas imprescindibles.

En Gallipoli no hay que perderse la vista desde el bastione lungomare donde la antigua muralla forma un balcón desde el que las fachadas blancas se asoman al mar turquesa, ni el puerto antiguo, a la sombra del castillo Angioino al que se accede a través del antiguo mercado.


A la izquierda vista del puerto viejo de Gallipoli con el Castillo Angioino. A la derecha vista de la muralla de Gallipoli con sus fachadas asomadas al mar turquesa

Madre e hijos frente a una fachada monumental en Gallipoli

Niño de espaldas bajando las escaleras dentro de las muros amarillos del castillo de Gallipoli


Otranto es otra ciudad amurallada, preciosa. La catedral merece una visita con el pavimento completamente recubierto de mosaicos del siglo XII que representan el árbol de la vida. Tampoco hay que perderse el Castillo Aragonés ni la Torre Mata o dejar de pasear por las murallas.


Pareja paseando por las murallas de Otranto, entre fachadas blancas y el mar.

A la izquierda niña corriendo frente a la fachada de la catedral de Otranto. A la derecha niña pasando frente a fachada amarilla y blanca

Padre e hijo de espaldas apoyados en la muralla con vistas al puerto de Otranto

Niña con camisa amarilla sentada en una puerta azul comiendo un helado



Comer los mejores linguine ai frutti di mare en Tricase Porto


Tricase Porto es la facción costera del pueblo de Tricase (no fuimos, pero creo que también es muy bonito.) Conserva el pequeño puerto tradicional y todavía se puede ver a los pescadores arreglando las redes en sus barcas cuando vuelven de faenar.


Niña con vestido rosa apoyada sobre puerta azul turquesa y fachada blanca


La antigua capitanía del puerto ha sido convertida en un restaurante sencillo, con mesas al aire libre y sillas pintadas de azul cobalto donde comer pescado fresco y platos sencillos sin pretensiones.

Aunque la pasta típica de Puglia son los orecchiette, nosotros aprovechamos el viaje para hacer un auténtico máster en linguine ai frutti di mare y los de este sitio ganaron por goleada.


Niña de espaldas en el muelle de Tricase Porto

Barcas de pescadores de colores vistas desde arriba



Bañarse en las aguas turquesas del Jónico y el Adriático


Ya he dicho al empezar que me quedé con ganas de ver más playas porque las hay a montones y encima espectaculares (aunque no necesariamente cómodas porque muchas son de roca...)


Niña saliendo del mar turquesa por una escalera anclada en la roca.


En líneas generales la costa jónica es más arenosa y la adriática más rocosa, pero todo es relativo. En cualquier caso no esperes los playones que se encuentran en Cádiz, Galicia o Asturias, desde luego, y mete unas cangrejeras en la bolsa de la playa: ocupan poco y seguro que las usas más de una vez.

Estas son a las que fuimos nosotros. En Italia hay muchas playas privadas, pero en estas aunque había lido con sombrillas y tumbonas de pago también había zona libre:


Cala dell’Acquaviva


Esta cala es un pequeño fiordo en medio de dos salientes rocosos. Es de piedra, o mejor dicho de rocas. La pequeña parte que hay de “playa” está ocupada por la zona de pago, pero se puede encontrar un hueco para colocar la toalla aunque no es lo más cómodo del mundo.


Cala de agua turquesa entre paredes rocosas


A cambio el agua está limpísima, tiene un color flipante y hay zonas para saltar desde las rocas así que además de bonita es muy divertida pero yo la recomiendo para temporada baja.


Punta della Suina


Esta playa está a unos 10 kilómetros al sur de Gallipoli. Es una mezcla de roca y arena y hay que atravesar un pequeño pinar y unas dunas para llegar a ella. La zona de sombrillas y tumbonas es de pago y tiene también un restaurante. El agua está limpísima.


Hombre y dos niños de espaldas caminando entre las dunas de la playa de Punta della Suina



Baia dei Turchi


A solo 6 kilómetros al norte de Otranto está está playa, que es la que más me gustó de todo el viaje. Para llegar a ella hay que caminar bastante, pero es un trayecto bonito y a la sombra a través de un pinar y un bosquecito. La playa en sí consiste en una serie de calas de arena blanca entre salientes rocosos. Algunas de estas calas están ocupadas por lidos, pero otras son libres.


A la izquierda vegetación frente a la costa de Baia dei Turchi. A la derecha vista de las aguas turquesas.


El fondo es arenoso (arena fina y blanca), no cubre casi nada y el agua tiene un color precioso.

Es de las playas más famosas pero el día que fuimos tuvimos suerte porque amenazaba tormenta (de hecho cayeron cuatro gotas según estábamos llegando y pensamos que nos íbamos a calar) pero al final no solo no descargó sino que enseguida despejó y se quedó una tarde preciosa, pero para entonces mucha gente había huido ya y estuvimos muy a gusto.


Vista del mar turquesa de Baia dei Turchi con rocas delante


Me habría gustado ir a Punta Prosciuto, una de las mejores de arena; a las de Porto Selvaggio, rocosas pero creo que espectaculares y rodeadas de un espacio natural protegido; y a las llamadas "Maldivas del Salento" entre Leuca y Porto Cesareo.


Perderse por los callejones de Specchia


Uno de los pueblos que más me gustó fue Specchia. La primera impresión es que no tiene gran cosa, pero en cuanto entras en el casco antiguo y te pones a callejear la cosa cambia: pasadizos, callejones, arcos y escaleras forman un entramado lleno de rincones pintorescos y, lo que es mejor, no tiene ni una sola tienda de recuerdos kitsch.


Niño sentado en una escalera junto a una puerta turquesa con fachada desconchada en Specchia con cactus


Forma parte de los borghi più belli d'Italia, pero sorprendentemente no aparecía en ninguna de las guías que miré (lo vi en el blog de la web de un hotel), así que mi consejo es que le eches un vistazo al listado oficial de “pueblos bonitos” por si pasas cerca de algún otro. Si es como este, habrá merecido la pena desviarse.


A la izquierda niño frente a un puesto de frutas. A la derecha niña pasando bajo un arco de piedra frente a una fachada monumental.

Puerta en Specchia rodeada de plantas con paredes desconchadas



Alucinar con el paisaje marciano de la Cava di Bauxite


A unos 3 kilómetros al suroeste de Otranto se encuentra esta antigua mina de bauxita. Es un paisaje como de otro planeta con un lago de agua verde rodeado de unas colinas agrietadas de color naranja rojizo superintenso.


Mujer asomada al lago de la Cava de Bauxita.


La tierra mancha muchísimo así que cuenta con que saldrás con las piernas naranjas. Es conveniente llevar calzado cómodo y que agarre bien porque la tierra está suelta en algunas zonas y resbala mucho (pero si puedes evitar que sea blanco, mejor; yo aún no he conseguido sacar las manchas de mis zapatillas aunque de la ropa se fueron perfectamente.)

Se puede bajar hasta la orilla del lago pero está prohibido bañarse.


A la izquierda niños de espaldas sobre la tierra naranja rodeados de vegetación. A la derecha vista del lago de a Cava de Bauxita



Ver la puesta de sol en Santa Maria di Leuca


Santa Maria di Leuca no tiene un casco antiguo encantador y pintoresco como las otras ciudades de las que he hablado aquí.


Niño de espaldas asomado sobre el puerto de Santa María de Leuca al atardecer


Lo más destacable es la Basílica di Santa Maria di Finibus Terrae, construida sobre un antiguo templo romano y que se eleva en la parte más alta de la costa.

La basílica en sí no es gran cosa, pero la enorme plaza en la que se encuentra es un mirador estupendo desde el que se disfruta de una puesta de sol fantástica en el punto más meridional del Salento, donde se juntan el Jónico y el Adriático. En esta plaza se encuentra también el imponente faro del Cabo de Leuca. Una gran escalinata doble comunica la explanada con el puerto.


Niños y hombre de espaldas subiendo por una gran escalera rodeada de vegetación

Explanada al atardecer con niño en medio y la basílica de Santa María al fondo


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Y hasta aquí lo que dio de sí nuestro viaje por el Salento.

Entre las cosas que me quedaron por ver, además de las playas que te mencionaba más arriba, están Copertino, Galatina y el parque natural de Porto Selvaggio. Habrá que volver.

Puedes pinear esta imagen si quieres guardarte la entrada para consultarla más adelante.


Cartel para Pinterest






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