Soy una enamorada de Galicia y aunque voy muchísimo menos de lo que me gustaría, hace cosa de un mes tuve la suerte de conocer por fin la Ribeira Sacra: una zona espectacular en las riberas de los ríos Miño y Sil, entre las provincias de Lugo y Orense.
Yo soy de las que les gusta llevar todo bien estudiado cuando salgo de viaje, pero en esta ocasión no pude "hacer los deberes" antes porque fue una cosa totalmente improvisada que decidimos la misma mañana que salimos.
Aun así y a pesar de tener sólo un par de días, nos cundió muchísimo. Si tú también quieres descubrir todo lo que esconde esta tierra maravillosa, aquí te dejo mis claves para sacar el máximo partido a tu próxima escapada.
Aun así y a pesar de tener sólo un par de días, nos cundió muchísimo. Si tú también quieres descubrir todo lo que esconde esta tierra maravillosa, aquí te dejo mis claves para sacar el máximo partido a tu próxima escapada.
(Por cierto, si eres de los míos y te gusta organizarte bien los viajes antes de salir, no te puedes perder esta entrada sobre alternativas a las guías tradicionales.)
1. Dormir en un monasterio románico
El Parador de Santo Estevo es una maravilla y cuando lo ves aparecer en medio de la montaña y rodeado de bosques cuesta creer que alguien haya elegido un sitio tan remoto para construir algo así. Está lejos de todo, pero eso forma parte de su encanto.
El monasterio tiene elementos románicos (la iglesia es del s. XII), góticos y renacentistas, aunque su origen se remonta al siglo VI. Por supuesto se puede visitar sin necesidad de estar alojado allí (y verdaderamente merece la pena hacerlo; los claustros son espectaculares) pero vivirlo desde dentro es un lujo. Ver el atardecer desde la terraza con vistas al valle es la manera perfecta de acabar el día.
2. Descubrir los Cañones del Sil
En su último tramo, el río Sil forma una garganta sinuosa entre paredes que en algunas zonas llegan a alcanzar casi quinientos metros de altura. En la carretera que recorre el curso del río hay un montón de miradores desde los que disfrutar de las vistas, no solo del río sino también de los viñedos colgados en las laderas e incluso de algunos monasterios.
Los miradores están perfectamente indicados y hay muchos. Entre los más conocidos están Los Balcones de Madrid, Cristosende y Cabezoás, pero a mí me encantó el de la Columna que, sin ser el más famoso ni el más espectacular, está sobre un meandro y tiene unas vistas preciosas.
3. Visitar el monasterio más antiguo de Galicia
La Ribeira Sacra se llama así por el impresionante patrimonio religioso que hay en la zona.
Ya he hablado del monasterio de Santo Estevo, pero tampoco hay que perderse San Pedro de Rocas ni Santa Cristina.
Y eso que muy a nuestro pesar nosotros no pudimos visitar Santa Cristina porque ahora mismo está cerrado por obras. Me dio mucha pena porque es un lugar realmente especial, perdido en medio de bosques de castaños, así que habrá que volver. Está previsto que vuelvan a abrir en febrero.
El monasterio de San Pedro de Rocas, del siglo VI, es el más antiguo de Galicia. A diferencia de otros, no tiene claustros ni fachadas imponentes (de hecho está bastante en ruinas) pero mantiene elementos del trazado original con una parte excavada en la roca natural, el entorno es precioso y el conjunto tiene un aire de lo más misterioso.
4. Buscar meigas en fervenzas y bosques
El que no crea en meigas es que nunca ha pisado un bosque gallego. No existe paisaje más de cuento de hadas que ese, con árboles centenarios cubiertos de líquenes y rocas tapizadas de musgo.
Y lo mejor de todo es que no hace falta irse muy lejos para encontrar algún bosque encantado porque estos lugares mágicos están por toda partes. Basta con dar un paseo por los alrededores de cualquiera de los monasterios de los que hablaba más arriba para sentir que has dejado atrás la civilización.
Pero si quieres también puedes aventurarte un poco más y adentrarte en busca de alguna fervenza (cascada). Seguro que por el camino te cruzas con alguna meiga porque ya sabes que haberlas haylas...
5. Recorrer las pasarelas del río Mao
Este paseo construido en madera sigue el último tramo del río Mao, justo antes de desembocar en el Sil. El recorrido, muy sencillo y cortito (apenas un kilómetro), comienza en la Fábrica de la Luz, una antigua central eléctrica ya en desuso reconvertida en albergue turístico.
Las pasarelas están colgadas de las paredes del cañón aprovechando el trazado del antiguo canal de agua que llegaba hasta la central eléctrica.
A mí me encantó: el valle es muy estrecho y frondoso y el paisaje es espectacular. Al final de las pasarelas se llega a la playa fluvial de la Barxacova y se puede continuar dando un agradable paseo por la orilla.
6. Darse una vuelta por Orense
¿Soy yo la única que tiene la sensación de que Orense es la gran olvidada del turismo gallego?
Porque todo el mundo ha oído hablar de las maravillas de Santiago, claro, paro también de La Coruña, Vigo y las playas de las Rias Baixas, la Costa da Morte e incluso de Lugo y su muralla. Y sin embargo, creo que yo nunca había oído hablar de lo bonito que es Orense.
Pero si algo tiene eso de bueno es la sorpresa que se lleva el que llega de nuevas y sin esperar gran cosa: las callejuelas del centro, la catedral, las termas y el buen ambiente que hay hacen de Orense toda una revelación.
Así que incluso si no tienes mucho tiempo, te recomiendo que saques al menos unas horas para perderte por su casco histórico. Y si te entra hambre puedes reponer fuerzas en el bar Fuentefría: creo que no he probado un tomate más rico en mi vida y la empanada casera (y recién hecha) de vieiras está para morirse.
Y hasta aquí mis consejos.
Obviamente esta entrada no es exhaustiva y la Ribeira Sacra da para mucho más: visitar alguna de las muchas bodegas para degustar el vino D.O., hacer un recorrido en catamarán para descubrir los Cañones del Sil desde abajo, recorrer Monforte de Lemos o hacer algunas de las muchas rutas de senderismo que hay por la zona.
Pero si solo vas a estar un par de días esta es una muy buena forma de empezar a descubrir la Ribeira Sacra. Te garantizo que volverás con la sensación de haber disfrutado -y mucho- de esta tierra tan especial.
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