Uno de mis propósitos de año nuevo para el 2018 era volver a hacer un viaje con mis amigas, que era algo que teníamos pendiente desde hacía tiempo.
Aunque más que un viaje en realidad ha sido una escapada muy cortita, lo doy por bueno. Nos ha dado para desconectar, ponernos al día y para muchas risas. Y también para una primera toma de contacto con la zona de la Maragatería, que fue el destino elegido y que yo no conocía.
Como una de mis amigas venía de Asturas, las madrileñas nos cogimos un tren por la mañana a León (está genial porque con el AVE te plantas allí en dos horas y media) y la asturiana bajó en coche desde Gijón, nos recogió en la estación y pusimos directamente rumbo a Astorga.
Astorga, capital de la Maragatería
Astorga es una ciudad pequeña pero muy animada y con un patrimonio cultural sorprendente para el tamaño que tiene.
En ella se cruzan la Vía de la Plata y el Camino de Santiago así que se pueden encontrar restos de su pasado romano y medieval, pero también una de las tres únicas obras de Gaudí que hay fuera de Cataluña.
El primer día lo dedicamos a visitar algunos de los highlights de la ciudad como la muralla de origen romano que la rodea. De esta época es también la Domus del Mosaico. No queda mucho en pie, pero el mosaico que le da nombre es bastante impresionante y se puede ver desde la calle.
La Plaza Mayor, rodeada de pórticos, se levanta sobre parte del antiguo foro mayor. Está dominada por la fachada barroca del Ayuntamiento con dos grandes torres a los lados y un remate central donde está el reloj y dos figuras maragatas que marcan las horas a golpe de mazazo.
La catedral de Santa María es impresionante y un claro reflejo de la importancia que tuvo Astorga en el pasado porque a día de hoy casi resulta desproporcionada para la ciudad. Fue construida entre los siglos XV y XVIII y tiene elementos renacentistas y barrocos.
El Palacio Episcopal es obra de Gaudí, aunque él se apartó del proyecto al poco de comenzar. Con sus torres y almenas a mí me recuerda muchísimo a los "Exin Castillos" y resulta especialmente llamativo al lado de la catedral. Hoy en día alberga el Museo de los Caminos.
De ruta por los pueblos maragatos
El segundo día decidimos hacer una ruta a pie por los alrededores de Astorga. Hicimos un recorrido circular de unos 15 kilómetros que empezaba en Viforcos, un pequeño pueblo maragato a 20 kilómetros de la ciudad.
No sé si en otro momento el pueblo tendrá más vida, pero cuando estuvimos nosotras (un miércoles por la mañana de esta primavera) allí no había ni un alma. Eso sí, el pueblito es una monada. Tiene una pequeña iglesia porticada y casitas con balconadas y grandes portones de colores.
Es una ruta bonita y agradable, y no tiene ninguna dificultad. La parte más chula es la que pasa por el valle de Cimal atravesando un bosque de rebollos (robles) totalmente tapizados de líquenes que le dan un aspecto de bosque encantado. Poco antes de llegar a Viforcos, el camino pasa por Argañoso, un pueblito aún más pequeño que el anterior.
Pero el pueblo maragato por excelencia, el que no hay que dejar de visitar, es Castrillo de los Polvazares. Está a tan solo 7 kilómetros de Astorga, así que no hay excusa para no acercarse hasta allí.
El pueblo, catalogado como conjunto histórico-artístico, es enteramente peatonal y conserva el trazado original con sus tradicionales casas arrieras construidas con la piedra rojiza característica de la zona.
Normalmente está invadido por turistas, especialmente en verano, pero nosotras fuimos un día entre semana a última hora de la tarde y estuvimos prácticamente solas.
La mejor carne de buey del mundo y otros manjares
Supongo que no descubro nada diciendo que aquí se come de maravilla. Lo más típico de la zona es el cocido maragato, pero no hay que perderse las cecinas ni la lengua curada, que reconozco que me echaba un poco para atrás pero que está muy rica, la verdad.
Además este es uno de esos sitios maravillosos en los que con la bebida te ponen tapa, pero tapa de verdad, así que si te empeñas puedes incluso comer yendo solamente de vinos...
En Astorga hay un montón de opciones para tapear tanto en la plaza Mayor como cerca de la catedral.
En cuanto a restaurantes, comimos muy bien en La Peseta. Me habría encantado probar El Serrano porque nos lo habían recomendado muchísimo y realmente la carta tenía una pinta estupenda, pero cuando fuimos estaba cerrado y al día siguiente estábamos tan llenas después de la comilona que nos pegamos, que prácticamente nos saltamos la cena...
El gran homenaje nos lo dimos en El Capricho. Si eres supercarnívoro seguro que lo conoces, o al menos te suena, porque en él se come la mejor carne de buey del mundo, según la revista Time.
Su propietario se dedica a buscar ejemplares por el norte de España y Portugal para llevárselos a la finca que tiene cerca del restaurante, en Jiménez de Jamuz, hasta que llega el momento de sacrificarlos. Después deja madurar la carne hasta conseguir el punto perfecto, un proceso que puede durar hasta cuatro meses.
Nosotras probamos el buey premium (un día es un día) y a mí me encantó. Pero lo cierto es que de las cuatro que éramos solo a dos nos pareció espectacular. A las otras no les pareció tan maravilloso (y eso que comimos de la misma pieza) así que supongo que esto va en gustos, como todo.
Y aunque es verdad que el buey premium encarece mucho la cuenta, el resto de la carta me pareció bastante razonable. De hecho, hay incluso un menú por 30€, así que se puede comer muy bien sin dejarse los ahorros. El carpaccio de buey, por ejemplo, está buenísimo y nos encantó a todas.
El restaurante, muy bonito y acogedor, está en unas antiguas cuevas excavadas en la roca. La bodega donde se guardan los vinos merece una visita, así que pregunta por ella porque te la enseñan encantados.
Después de comer nos acercamos a la finca donde tienen el ganado. Ya nos habían dicho que los animales estaban muy acostumbrados a las visitas y que eran mansos "como caniches", pero impresiona bastante ver a esos ejemplares de cuernos descomunales acercarse para que les acaricies...
El último día aprovechamos para dar una vuelta por León antes de coger el tren. Pero me supo a poco porque León da para mucho más que eso y más ahora que se ha convertido en la Capital Española de la Gastronomía.
Definitivamente habrá que volver. ¿Te apuntas?
¡¡¡¡¡Que post tan chulo!!!!Yo estuve un par de veces en los Carnavales de Astorga, muy recomendable. ¡¡¡¡Ganazas de repetirt!!!!
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Yo no conocía nada de esa zona y me ha encantado. Seguro que en Carnavales está genial, porque así sin nada ya es un sitio muy animado. Un beso
EliminarBuen sitio para escaparse.
ResponderEliminar¡Sí que lo es! Cada vez me gusta más hacer escapadas de este tipo. Un par de noches fuera dan para desconectar y para conocer un montón de sitios estupendos. Un abrazo
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